Contacto Agro-Industrial Agroecología: menos mito, más ciencia

Agroecología: menos mito, más ciencia


El pasado 15 de septiembre, especialistas en agroecología del ámbito público y privado participaron de un plenario junto a las comisiones de Agricultura y Desarrollo Productivo en el Senado de la Nación. El evento, de modalidad virtual, dio cuenta del lugar que la agroecología está tomando en nuestro país no solo en organizaciones populares, sino también en la agenda política del gobierno nacional.

¿Por qué la agroecología logró, en los últimos años, instalarse como una alternativa real a los sistemas agrícolas tradicionales? Sería difícil lograr una respuesta única. La reducción de costos en la chacra, el interés de los consumidores por este tipo de alimentos o la necesidad de resolver conflictos de convivencia urbano-rural podrían ser algunos factores a tener en cuenta. Lo cierto es que las acusaciones de “poco científica” fueron debilitándose en el camino y el debate se trasladó de la chicana al ámbito político y académico.

¿Es posible realizarla a gran escala? ¿Puede generar las divisas que genera el agro tradicional actualmente? ¿Qué impacto tendría en la exportación de alimentos? Las preguntas ya no se dan en los márgenes; por el contrario, el debate se nutre cada vez más de la legitimidad del Estado. La reciente creación de la Dirección Nacional de Agroecologíabajo la órbita del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca da cuenta de este hecho.

“Hemos instalado la palabra y el concepto como algo deseado”, dice a InterNos Santiago Sarandón, agrónomo de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales (UNLP) que tiene varios pergaminos en el área: es presidente en la Sociedad Argentina de Agroecología (SAAE) y de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA). Además, es el creador de la primera Cátedra de Agroecología del país. Conversamos con él para conocer en profundidad su mirada sobre este paradigma productivo en la coyuntura actual, sus posibilidades en la frutihorticultura y sus desafíos ante la creciente popularidad en Argentina.

En los últimos años, pero especialmente en los últimos meses con el cambio de gestión a nivel nacional, la agroecología comenzó a tomar fuerza en la agenda política. ¿Considera que hay un interés real en la materia o que más bien corresponde a una postura políticamente correcta de los funcionarios?

Creo que hay de todo. Pero hay que aprovechar la oportunidad, porque quizás muchos por subirse a la ola descubren que en realidad es una opción realmente viable. La agroecología ha crecido desde abajo, con un enorme esfuerzo por educar y convencer sobre sus beneficios. Ese es su gran poder. No es algo que haya sido creado por un partido político, y en su independencia está su fortaleza. Si los vientos soplan a favor, bienvenidos. Pero cuando los vientos soplen en contra, no nos vamos a derrumbar, porque lo que estamos construyendo tiene raíces profundas. Esto tiene que atravesar y perdurar venga quien venga.

Aquellos que se muestran críticos a la agroecología señalan que, de aplicarse en grandes extensiones, se reducirían considerablemente los volúmenes de producción, imposibilitando solucionar el hambre a nivel global. ¿Qué dice la agroecología frente a estas afirmaciones?

Que son un mito. Hace un tiempo, cuando la agroecología comenzó a avanzar como un nuevo enfoque, se la acusó de poco científica. Y es paradójico, porque quienes afirmaban que la agroecología generaría una merma en la productividad, nunca mostraron un trabajo científico que dé cuenta de eso. Me gustaría leer ese paper. Lo que están haciendo es presumir cosas que no están fundamentadas. Por otro lado, yo no creo que a algunos productores de Argentina los mueva como principal objetivo alimentar el mundo. Cuando en las revistas del agro uno lee: “Buenas noticias vienen del norte”, no significa que se va a producir mucha soja y va a ser accesible su precio en todos lados. Por el contrario, significa que falló la cosecha en otro país y que el precio de la soja local va a subir. Entonces, ese argumento no se sostiene.

Otra cosa que se hace es asociar a la agroecología con el hambre. Si la agroecología fuera el enfoque, afirman, habría hambre. La verdad es que no sabemos qué pasaría si la agroecología fuera el modelo dominante, pero sí podemos aplicar ese mismo indicador a la actualidad: hoy, según la FAO, tenemos mil millones de personas con hambre. Esto quiere decir que, bajo sus propios parámetros, lo que está fracasando es este modelo de producción.


Fecha: 03/01/2021

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